Mendoza,
11 de mayo de 2006
Entrevistas
Charla con el Maestro Lars Nilsson
Lars nació en Karlskoga, un pueblo en medio de los grandes bosques de la provincia de Värmland, Suecia. Luego de estudiar en Alemania con Aurèle Nicolet y de perfeccionarse con Marcel Moyse, en 1966 fue nombrado por la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) como Flauta Solista de la Orquesta Sinfónica, integrante del Quinteto de Vientos y titular de la Cátedra de Flauta de esa institución. Desde entonces ha sido formador de muchísimos flautistas, nutriendo así a muchas de las principales orquestas del país.
Por Samira Musri, MendozaÉl acaba de cumplir 40 años de docencia al frente de dicha cátedra de flauta y nos pareció una excelente ocasión para presentarles esta reciente charla entre él y una de sus discípula, la Lic. Samira Musri, en donde recoge parte de lo que fue su historia en la Argentina.
S.M. - Lars, ¿cómo fueron tus comienzos en la música?
L.N. - En Suecia tuve varios profesores, incluso en Estocolmo y luego en Noruega, Ahí en Noruega trabajé 2 años, primero en la Sinfónica de Bergen. como piccolo y 3ª flauta, y luego en la Orquesta de la Radio Noruega, también como piccolo y 3ª flauta.
Luego rendí examen en Berlín, en la Hochschule, y estudié 2 años y medio con Nicolet. En esa época uno estudiaba con un maestro hasta que conseguía un trabajo. Ahí en Berlín, estuve dos años y medio, y cuando él se fue a Freiburg, en el Sur de Alemania, en la Universidad, fui con él, y estuve medio año más. En Freiburg era compañero de Silvia Navarro, la uruguaya, y también estudiaba allí Pablo Levín. En total, estuve con Nicolet 3 años.
S.M. - ¿Cómo eran las clases con Nicolet?
L.N. Como Nicolet estaba siempre de gira, había clases intensivas todo el día, entre sus giras. A lo mejor teníamos 2 o 3 clases por semana, mañana, tarde y noche.
En Berlín daban la libertad a los solistas de poder viajar, para poder tener a los grandes maestros entre sus profesores. En Suecia también daban toda esa libertad, y luego los maestros daban un cierto número de clases por año, pero ordenado como ellos querían. También en Estados Unidos es así. Hay como competencia entre las escuelas de música por tener los profesores de jerarquía. El peligro del sistema universitario nuestro es que puede excluir a algunos buenos maestros. En Buenos Aires, por ejemplo, los buenos maestros dan clase en forma particular.
S.M. ¿Cómo sigue la historia?
L.N. Luego de un tiempo, Nicolet me dijo: -"Vos tenés que ir a hacer curso con Moyse"-. Esta generosidad, (yo había estudiado poco con él, tenía mucho por aprender todavía), quiero destacarla. Sus alumnos iban y tomaban clases con otros maestros. Lo importante es que él mismo los empujaba a que lo hicieran.
S.M. Pero Lars, ¡vos hacés lo mismo! ¡yo te dije el otro día, agradeciéndote públicamente en el asado, que vos siempre nos impulsaste a estudiar con otros maestros, y que esa generosidad y humildad es digna de grandes maestros, y que a mí personalmente me había enseñado mucho esa actitud generosa y abierta!
L.N. Bueno, yo lo aprendí de él ... y quería que vos lo supieras.
S.M. - ...
L.N. Ahí entonces estudié en Suiza, en el 64, con Marcel Moyse, en un curso de verano, en Boswill, cerca de Zurich, y luego volví en el 65. Ahí Moyse me invitó a estudiar particular con él en Saint Amour, Jura, donde él tenía que estar un mes. Teníamos clases todos los días (cada clase se pagaba).
Él era muy selectivo con sus alumnos, era muy especial, tal vez complicado. A mí me amaba, pero por ahí a otro lo odiaba.....
Para Moyse, él era el centro del universo, no era generoso como Nicolet. Él tuvo que pelear mucho para llegar a donde estaba. No tuvo suerte. Por ejemplo, en los años 30 hizo los libros de los métodos que hasta hoy utilizamos, y los vendió a Leduc, por chauchas y palitos.....Luego Leduc los vendió como oro en polvo, y Moyse no recibió ni un peso de eso. Entonces después de eso, él imprimía sus propios libros y él los vendía, para que no lo volvieran a estafar.
Luego de ese mes con Moyse, volví con Nicolet hasta febrero o marzo del 66, que viajé a Sudamérica. Hice una escala en Río para ver el carnaval, estuve con Silvia (Navarro) en Montevideo y después, Mendoza.
S.M. - ¿Cómo fue tu arribo a nuestra provincia?
L.N. Había visto en el globo terráqueo a Mendoza junto al Aconcagua...
Llegué a Mendoza en tren, viajé desde Buenos Aires a las 6 de la mañana y llegué a las 8 de la noche a Mendoza.
Cuando vine, fue para hacerme cargo del puesto de solista de la Orquesta Sinfónica, el Quinteto, que ensayaba todos los días en la esquina de San Lorenzo y 9 de Julio, y las clases las daba en la Escuela de la calle Patricias Mendocinas. Me gustó mucho hacer todo: orquesta, quinteto y clases. Tenía un cargo en la orquesta, y un cargo para la docencia y el quinteto.
Desde entonces , llevo 40 años acá... 18 años en la orquesta y el quinteto, y luego seguí sólo con la cátedra.
El quinteto trabajó mucho hasta los años 75 o 76, en que un poco se agotó. Pero los primeros 10 años fueron intensos, ensayábamos todos los días a la mañana y luego íbamos a la orquesta a la tarde, y eso era muy saludable, porque llegábamos afinados a la orquesta. A veces se agota el repertorio, pero es muy buena escuela tocar quinteto. Uno aprende mucho. En esos primeros años viajamos por Argentina, Chile, Suecia, España, etc. Realmente nos dedicamos mucho...
S.M. - ¿Quiénes fueron tus primeros alumnos?
L.N. Los primeros alumnos fueron colegas de la orquesta y luego empezó a haber nuevos alumnos en la Escuela.
Cuando llegué acá, el director de la orquesta, en ese momento Julio Malaval, me dijo:
-"Lars: a vos te hemos traído acá como solista de la orquesta, pero como no podemos pagar mucho, te damos también el sueldo de profesor, pero no para que te lo tomes en serio".-Yo le dije que me encantaba dar clase, y él me contestó ...." bueno, como quieras, pero te trajimos como solista"...
Luego los otros colegas un poco copiaron mi actitud y se formó un lindo grupo de profesores en la Escuela.
S.M. - ¿Cómo fue la relación con los otros músicos de la orquesta cuando llegaste?
L.N. Mis colegas en la orquesta me enseñaron el idioma, yo era el más joven, tenía 23 años, y me recibieron muy bien.
S.M. Como profesor, ¿me contarías algunas de tus anécdotas, o recuerdos más lindos?
L.N. : Lo que más me gustaba era salir a caminar con los alumnos, en los montes de Mendoza, y las reuniones acá en casa, con todos los alumnos, para tocar. Ahora hago cursos en Córdoba, y las caminatas son allá. En aquella época había más estudiantes de piano, y los chicos podían tocar siempre con piano. Luego, con la merma de alumnos de piano, hubo que contratar pianista acompañante.
Con el Quinteto, los últimos años trabajábamos menos, también porque había más alumnos, y teníamos que dedicarle más tiempo a la docencia y menos al Quinteto.
S.M. : ¿Me hablarías un poco de tu paso por Markama?
L.N. : Después de estar acá dos años, volví a Europa y estuve con Nicolet en Freiburg, y él me pidió que tocara algo. Toqué algo de Bach, o de Suecia, y él me dijo : "¡Tenés que tocar algo del continente donde vivís!'. Y ahí me di cuenta con mucha vergüenza, que no sabía nada de folclore de acá. Y me sentí mal, me di cuenta de que algo andaba mal.
Cuando volví a Sudamérica, me compré una quena, y empecé a tocar música de acá, y a través de la música empecé a conocer la cultura latinoamericana, y me enamoré de ella hasta hoy. Empecé a viajar con mi familia hasta Perú y Bolivia, Chile, en esa época, y conocí mucho. ¡Fuimos hasta Cuzco en auto! Otra vez, fuimos en auto hasta el carnaval de Río. Siempre tuve junto con las vivencias humanas, vivencias musicales.
Entonces... me compré la quena, empecé a conseguir discos, y escuchar, iba donde tocaban, y unos años después me relacioné con Lázaro Méndolas, que me enseñó muchísimo...
S.M. - ¿Te costó dejar la Orquesta y el Quinteto?
L.N. No, porque las Orquesta de la Universidad Nacional de Cuyo ha pasado por diferentes etapas. Cuando llegué, estaba bien y siguió creciendo, después, un poco pasó, a causa de la crisis de la Argentina (dictadura, etc.,). Y de haber sido orquesta internacional por sus temporadas de solistas y directores, pasó a ser orquesta provincial. Lue g o de haberla dejado, unos años después, con la llegada del director David Del Pino Klinge, todo resurgió, por el apoyo del Rectorado, y la llegada de buenos instrumentistas de afuera.
Paralelamente había empezado a haber un apogeo de Markama, a partir del año '80, y en los primeros años de apertura democrática (aunque Markama empezó en el '75).
Así como el país pasó por diferentes épocas, también la orquesta y Markama tienen épocas de ida y vuelta. Pero jamás dejé a los alumnos. A veces cambiaba horarios de clase , pero siempre era una necesidad mía la de estar con los alumnos.
Como conclusión de estos 40 años de cátedra, "siempre voy a estar con alumnos". Donde sea.
Me quedan dos años para jubilarme, y luego estaré más libre para dar cursos y conciertos en Córdoba, y otros lugares del país.